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5 estancias para pasar unos días en el campo

Un recorrido por algunas de las estancias más lujosas, genuinas y/o curiosas que se pueden encontrar a menos de dos horas de Buenos Aires, como alternativa de escapada cuando se pasa el alto verano en la ciudad.

La Bamba

Su origen se remonta a 1830, fecha en la que formaba parte de una de las postas del “Camino Real” que unía a Buenos Aires con el norte del país, es una de las más antiguas estancias de estilo colonial argentino.

Con su edificio principal y su torre de vigía que servía para advertir los ataques de los indígenas, sus antiguas caballerizas (La Pulpería) y su parque bicentenario, se inscribe dentro de la historia. Transformada en estancia a principios del siglo XX, conserva su nombre, que viene de la palabra celta “Bahamba”, que significa “lugar de reposo y de hospitalidad”. Fue declarada monumento nacional en 1970. Siendo una de las primeras estancias en abrir sus puertas al público en la década del 80, fue íntegramente renovada en 2009 respetando la pureza de la tradición. Allí se respira historia y tradición y es posible recorrer los parajes que se utilizaron para filmar la película argentina “Camila”.

Frontera Nueva

La Estancia “El Pensamiento” en el Pueblo de Alsina, provincia de Buenos Aires, abren las tranqueras para vivir sin puesta en escena la verdad del campo argentino en la propuesta turística ganadera de Frontera Nueva.

Hay estancia, ganado y cultivo, molino y casco, caballos y carruajes tradicionales, forraje y mate, hogar a leña apto para las historias. Data de 1847, cuando los antepasados de los dueños insertaron el primer Aberdeen Angus en el país.

Frontera Nueva, el proyecto turístico de la estancia, fue creada desde la innovación, combinando historias personales, desarrollo productivo, estrategias agroempresarias, calidez humana y mucho saber acumulado. Abren las tranqueras para que los visitantes puedan conocer el verdadero campo argentino en funcionamiento.

La vida de jornada de campo arranca los sábados a las 11. Allí se inicia la recorrida ganadera de una hora, en la que se puede conocer cada uno de los procesos que deben cumplirse para lograr una de las carnes mejores posicionadas del mundo. Luego de la recorrida, llega el almuerzo distinto, en la matera, desarrollado por la Chef Cristina Mihanovich. Habrá asado a las brasas con las carnes producidas en la propia estancia y postres tradicionales argentinos.

Estancia La Eloisa

Un complejo que apuesta por las tradiciones argentinas. Con cría de caballos, cuatro casonas de diferentes estilos que cuentan con su propio campo, a unos 100 kilómetros de la Capital Federal, cerca de General Las Heras, canchas de polo y un parque que une todo el complejo transformado en campo de golf de 9 hoyos par 36.

Su historia comenzó de la mano de sus propietarios, amantes del polo. Numerosos jugadores extranjeros deseaban alojarse en un hotel en el que pudieran respirar el aire de campo, mientras elegían los caballos para sus competencias. Casi de casualidad comenzó la práctica de transformar el casco de la estancia en un alojamiento que pronto fue promocionado de boca en boca y gracias a las recomendaciones de estos clientes.

Las distancias son largas, cada casa tiene su propio microclima de flora y fauna. Nunca se termina de recorrer a pie en la inmensidad de la propuesta. Hay servicio con baño privado en todas las habitaciones (un diferencial particular en este tipo de espacios), pero a la vez el encuentro rodeando el aljibe para matear o dejar poner el atardecer.

Dos Talas

Corría el año 1852, Pedro Luro tenía un almacén en el pueblo de Dolores, cuando un estanciero de esa ciudad le encomendó la forestación de su establecimiento a tanto por árbol, antes de partir a Europa. A su regreso, para su sorpresa, Pedro Luro había plantado tantos árboles, que para pagarle, tuvo que escriturarle parte del campo. Este es el origen de la Estancia “Dos Talas”. Su hija, en base al monte existente encomendó Carlos Thays el diseño del parque de 30 hectáreas. Hoy, además de aquellas obras, se puede visitar la Capilla, inspirada en Notre Dame de París y el lago artificial. Fue del pensamiento intelectual como Ricardo Güiraldes, quien en 1921 escribió allí el capítulo “Cangrejal”, de su obra gauchesca “Don Segundo Sombra”, Ortega y Gasset, Bioy Casares, Victoria y Silvina Ocampo, Mujica Laínez.

Reciben sus dueños, quinta generación descendiente del fundador. Allí la esencia está en la experiencia de la vida de campo y las historias de otro tiempo. Una posibilidad para sumergirse en el hacer cotidiano de una estancia por parte de los protagonistas que viven allí no de paso.

Las Víboras

Diez mil hectáreas de territorio y su casa histórica lo convierten en una de las propuestas más importantes de la zona. El gobernador federalista de la ciudad de Buenos Aires, Juan Manuel Ortiz de Rosas, vivía en la casa de la estancia, y se dice que construyó varios puestos en estas áreas para refugiarse de sus oponentes unitarios.

La casa cuenta con nueve habitaciones, la mayoría de ellas en suite y con chimenea. La vista desde el comedor de la casa se hunde en un imponente parque bordeado por arboledas de álamos , que luego se convierten en un bosque en forma de herradura, y termina rodeando parte del tajamar. A 100 metros se luce una piscina de agua salada.

Su actividad principal es la equitación con caballos son criollos o mestizos y los visitantes tienen la oportunidad de acompañar al gaucho argentino en las tareas rurales que lo caracterizan.




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Todo sabemos que le mate es más que una bebida, y sus orígenes se remontan a miles de años de antigüedad.